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En memoria del doctor Luis Guillermo Aycardi Barrero, Q.E.P.D.

Para este académico de corazón, la ingeniería representó una línea de trabajo en la que siempre aportó y cuyo legado estará presente en las generaciones futuras no sólo de ingenieros sino de todos los profesionales comprometidos con el desarrollo del país.

Además de su sonrisa, franca y genuina, la expresión humana más pura y sincera que lo caracterizaba, el ingeniero Luis Guillermo Aycardi Barrero era conocido por su amabilidad, disciplina y pasión por su quehacer académico y profesional.

Sus acciones eran un reflejo natural de su ser y respondían en todos los casos a experiencias agradables que él creaba con su formalismo y humanidad. No precisaba por qué se había convertido en ingeniero, pero sí recordaba con facilidad que tenía que ver con su gusto por las matemáticas, las cuales le resultaban fáciles de aprender y “recitar”. No en balde, en muchas ocasiones sus profesores lo eximieron de presentar exámenes. Así lo contó en una entrevista que le hizo Gregorio Mendoza para la edición 2009 de la revista Construcción y Tecnología en Concreto, a propósito del reconocimiento de que fue objeto en los Premios Obras CEMEX.

Allí también contó que años atrás se decía que quien era bueno para las matemáticas podía llegar a ser un buen ingeniero. A él no lo convenció esta premisa porque, además de que no le resultó fácil conquistar sus sueños, fue su padre quien le ayudó a reconocer su verdadera motivación por la ingeniería.

Se puede decir, incluso, que con su progenitor descubrió no sólo su capacidad de aprendizaje, sino su cualidad para transmitir sus conocimientos. Fue así como se convirtió, además, en un profesor, un maestro, un amigo de sus alumnos, un padre de la enseñanza. No era un hombre de clases magistrales. Lo suyo era el diálogo, la interacción, el trabajo colaborativo. Le gustaba despertar inquietudes en sus alumnos; aprendía de ellos, los retaba, los entendía y, sin duda, los quería. Ellos le ayudaron a entender que, más allá de la ingeniería civil, estaba la docencia.

Un aula de clase era para él un laboratorio de vida. Y fue en el último año de su carrera en la Universidad Nacional, cuando le encomendaron la tarea de enseñar, transmitir lo que había aprendido. Con estas palabras, el doctor Aycardi describió su primera experiencia: “Cuando cursaba mi último año de carrera, me presenté a un concurso para dictar la cátedra de trigonometría esférica y cosmografía y la obtuve. Era una materia apasionante que se estudiaba unida a la astronomía en los cursos de ingeniería. Estaba orientada a determinar la latitud y longitud de un lugar con base en observaciones del sol o las estrellas. Fue maravilloso comenzar así mi carrera docente, a pesar de no haber recibido aún el título profesional. Cosa que pocos pueden decir”.

Lo que vino después, gracias a sus relaciones con ingenieros de diseño estructural, fueron algunos proyectos sencillos, pero de gran responsabilidad. Estos primeros escarceos con la ingeniería le enseñaron que una cosa es lo diseñado y otra lo construido. Y que la obra hay que visitarla; hay que conocerla cuando está en ejecución.

Así era este ingeniero, docente, investigador, académico, que creció en medio de un clima de tranquilidad, seguridad y amor por el prójimo; aficionado al deporte y amante del estudio; alejado de los vicios y las protestas violentas.

Homenajes en vida

Aycardi Barrero no sólo era un referente en lo personal; era tal su nivel de experticia, que el Instituto Americano del Concreto (ACI), la Asociación Colombiana de Ingeniería Sísmica (AIS) y la Asociación Colombiana de Ingeniería Estructural (Acies) lo homenajearon por haber recibido el Premio Cemex a la Vida y Obra en el año 2009, galardón que exalta el legado de protagonistas de la ingeniería, la construcción y la arquitectura nacional con base en las contribuciones de sus trabajos al diseño de una mejor Colombia. El maestro Aycardi fue todo un ícono en ese campo.

Luis Guillermo Aycardi Barrero realizó estudios de posgrado en Ingeniería en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y de Análisis Estructural y Diseño de Estructuras Metálicas en la Universidad Lehigh, en Pensilvania (Estados Unidos).

La Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito fue su casa, el lugar privilegiado al que le entregó su vida, sus conocimientos y su trayectoria desde su creación hasta el día de hoy, cuando partió de este mundo dejando su legado de hombre ilustre y académico irremplazable.

No hay mejor forma de describir al ilustre ingeniero Aycardi que llamándolo “Maestro de maestros”, pues sus aportes no se limitaron al ejercicio de su profesión, sino a la formación integral de reconocidos profesionales dentro del campo. Sus reconocimientos son casi innumerables; sin embargo, entre los más relevantes se encuentran el Premio Fundadores y la condecoración con la Orden al Mérito Julio Garavito en el grado de Gran Cruz otorgada por el Gobierno nacional. Su increíble dedicación es solo comparable con la inmensa amabilidad que lo caracterizaba.

Como un homenaje a su persona, a su memoria, a su legado, recogemos algunas de las declaraciones que concedió a la revista Construcción y Tecnología en Concreto.

  • “Siento que experimento una satisfacción enorme al transmitir los conocimientos que adquiero en cada oportunidad; al comunicar los errores que he cometido para que no sean cometidos por otros. Además, considero que se aprecia mi actitud profesional porque ha estado basada siempre en el respeto profesional a todos mis colegas”.
  • “Qué maravilloso descubrir que con unas operaciones matemáticas se pueda decir cómo deben construirse las estructuras; “Yo quiero hacer eso”, me dije”.
  • “Gracias a que ha desaparecido el mito de que los edificios altos debían tener estructura de acero, debemos considerar el dato de que en este momento dos de los cinco edificios más altos del mundo tienen estructura de concreto”.
  • Sobre las obras que más intensidad y frecuencia tenía en su memoria: “No son necesariamente las más grandes; son aquellas en las cuales se ha reconocido por parte del arquitecto el aporte del planteamiento estructural al éxito del proyecto; aquellas en las cuales se ha logrado gran interacción e integración entre ingeniero y arquitecto. Es el arquitecto el líder del proyecto; es quien determina lo que debe hacerse, pero el ideal se alcanza cuando el ingeniero hace aportaciones, aun de pequeños cambios, que indican cómo lograr esto de la manera más eficiente y económica, y esto es escuchado o apreciado arquitectónicamente”.

Les expresamos nuestro más sentido pésame a sus hijos Ernesto, Luis Enrique, Martha, María Teresa y Roberto Aycardi Fonseca, así como a todos sus familiares y amigos. Paz en su tumba, doctor Luis Guillermo Aycadi Barrero.

Para este académico de corazón, la ingeniería representó una línea de trabajo en la que siempre aportó y cuyo legado estará presente en las generaciones futuras no sólo de ingenieros sino de todos los profesionales comprometidos con el desarrollo del país.