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3.1 El libro en nuestros tiempos

El libro en nuestros tiempos

En el editorial de la última edición de la Revista de la Escuela Colombiana de Ingeniería, José Camilo Vásquez Caro, Director del Departamento de Humanidades e Idiomas, hace un análisis de la realidad actual y el papel que juegan los libros en la misma.

Tomado del editorial de la Edición 132 de la Revista de la Escuela Colombiana de Ingeniería.

Por: José Camilo Vásquez Caro

Terminó el 2023, un año en el que estamos viviendo lo que la cultura popular del siglo XX imaginó como el futuro. Medios como el cine y la televisión, y artes como la literatura, plasmaron mundos con carros voladores, viajes a otros planetas y edificios entre las nubes. Otros plasmaron mundos distópicos —de vigilancia y conexión permanente—, la reducción del pensamiento, la homogeneización del ser y la quema de libros. Hoy, muchos de esos mundos están en el pasado; es decir, ese futuro imaginado ya fue.

Comienzo este escrito haciendo alusión a los imaginarios porque, aunque las cosas no necesariamente han surgido así, sí hay elementos que encontramos en nuestra vida en la actualidad. Lo primero tiene que ver con la tecnología. Está claro que no nos movilizamos en carros voladores, pero las velocidades, la inmediatez y la cercanía que nos han brindado las telecomunicaciones han reducido el tamaño del globo. La noción del teletrabajo es, simplemente, fascinante; los límites de los espacios habituales de casa y de trabajo —típicos de nuestra modernidad— se han sobrepasado. El trabajo en casa llegó para quedarse. Podemos hacer comercio con un clic y consumir objetos que nos mandan de lugares que no conocemos ni nos imaginamos. ¿Cuántos no compran por Amazon o por Alibaba? La tecnología siempre ha estado presente, pero el cambio en su dinámica y en su velocidad ha desencadenado una transformación colectiva de nuestra especie.

Los imaginarios distópicos también están presentes en este ahora. No todo es producción, consumo y alegría. Para empezar, esa trinidad es culpable en gran medida de que la Tierra esté llena de basura y desechos. Me aterra pensar en el legado que les estamos dejando a las nuevas generaciones, no solo en lo referente al estado del planeta sino también en el ejemplo como especie. Simultáneamente, este ciclo está dejando unos consumidores dependientes y vacíos, que necesitan comprar para darle sentido a una existencia impulsada por el deseo de tener y consumir lo que se produce, un placebo momentáneo que termina en los rellenos sanitarios o en los océanos. Y ni hablar de la dependencia a los dispositivos y el consumo de información chatarra. No me imagino qué dirían Orwell, Huxley o Bradbury si estuvieran vivos.

Sin duda, la reducción del lenguaje y el pensamiento que anuncia Orwell en 1984 se están dando en el nivel más cotidiano. Hemos remplazado en nuestro lenguaje escrito del diario vivir palabras específicas por emoticones genéricos. Todos ponemos carita feliz o carita triste, y esto lamentablemente capta nuestro estado de ánimo e incluso algo peor: lo que pensamos. El lenguaje —y, por ende, el pensamiento colectivo— está en reducción en la práctica. El diccionario para las masas será cada día más pequeño, porque el emoticón lo capta todo.

JOSE CAMILO VASQUEZ CARO

La noción de manipularnos genéticamente y con el bisturí ya no es ciencia ficción, y además ha impactado a la cultura en forma profunda. Nociones de belleza han conducido a que miles de personas se sometan a cirugías que, en el fondo, responden a una dinámica de consumo de lo que se considera bello. Y es que hay miles de paradigmas de lo que es bello, pues nunca antes se había visto la aceptación de tanta diversidad.

Por último, el libro… Leer ya no es la única opción para consumir narrativas e ideas. Actualmente, hay reels y tiktoks que nos resumen ideas ya digeridas. Es un mundo muy eficiente, precisamente porque pone a nuestro alcance un sinfín de datos, ideas e información que, por cierto, no siempre es verídica. Por ejemplo, ChatGPT nos genera textos; inocentes los que creen que el texto de ChatGPT que respondió la pregunta de quién es Hamlet, por ejemplo, obtuvieron una respuesta diferente a la de su vecino e igual entregan el texto como suyo al final de la clase. La tecnología hace más fácil muchas cosas, pero también homogeneiza. Hay que tener cuidado con esto.

Escribo todo esto porque considero menester que el lector se cuestione. Creo que el papel de la educación, en particular la superior, es aportar seres pensantes y críticos a la sociedad. La idea en la educación es repetir y cambiar. Si solo repetimos, nos quedaríamos en la misma situación por siempre, y esa no es la idea. El cambio cuesta, pero es necesario, porque el mundo, la vida y los seres humanos somos dinámicos. Todos estamos permeados por las maravillas y los horrores del futuro en el presente. Ninguno de nosotros se escapa de la cadena de producción, consumo y alegría, muchas veces seguida por vacíos y tristezas. Piensen en su vida cotidiana y sean conscientes de su lugar en el sistema.

Me gustaría cerrar esta reflexión aplaudiendo una iniciativa de la Escuela. Este semestre se inauguró el Rincón de Tolkien, espacio pensado exclusivamente para leer libros de dos maneras: en silencio, en forma individual, o en voz alta, de manera colectiva. Es maravilloso que se abran espacios que se mueven a otra velocidad y que permiten la reflexión y el diálogo.

El libro es una tecnología de comunicaciones que no podemos ni debemos dejar de lado.