Idioma: ES
PAOLO Martinez

“Estudié dos carreras en la Escuela con el único objetivo de aportarle a la sociedad”

Paolo Martínez Arcila, graduado de Ingeniería Mecánica e Ingeniería Industrial de la Escuela Colombiana de Ingeniería es hoy la ‘cara del Metro de Bogotá en China’, adonde viajó para capacitarse en el Instituto Técnico Ferroviario de Xi’an. Su objetivo es claro: volver a Colombia para aplicar lo aprendido, como forma de retribuir tanto al país que lo formó como al que le abrió las puertas del conocimiento especializado.

PAOLO MARTINEZ

Dialogar con Paolo Martínez Arcila sobre su vida y éxitos cuando se dispone de un corto lapso es, sencillamente, retador. Tiene tanto por contar al mundo sobre lo que significan el trabajo duro, la resiliencia, la disciplina, la responsabilidad, el liderazgo y el compromiso, que cualquier tiempo resulta insuficiente para escucharlo.

Para ser un joven de 29 años —sencillo, carismático y profundamente honesto— ya ha enfrentado innumerables retos (casi todos superados), ha cosechado numerosos éxitos y reconocimientos, y se ha convertido en una especie de “influencer” —de los buenos— para quienes siguen de cerca el desarrollo del proyecto de infraestructura más grande de Colombia: el Metro de Bogotá.

Esto último tiene sentido: Paolo es uno de los primeros ingenieros colombianos en recibir un entrenamiento especializado en vehículos ferroviarios urbanos en China; trabajó como ingeniero especialista en material rodante para la operación de la Primera Línea del Metro de Bogotá; y hoy en día continúa en Xi’an donde prosigue su formación junto a figuras reconocidas del mundo ferroviario.

PAOLO MARTINEZ

Entonces, condensar casi tres décadas de feliz existencia, historias, anécdotas, recuerdos y descripciones en 60 minutos es un verdadero desafío. Por ello, entre búsquedas interiores y hallazgos compartidos, la propuesta es quedarse con lo más actual y uno que otro relato —como aquel que da fe de que cuando Paolo era pequeño le gustaban muchísimo los carros, por lo que él considera que de allí nació su afición por los modos de transporte.

Podría ser. Pero cuando relata que su padre, Rolfe Antonio Martínez, un hombre que hizo lo imposible por mantener a flote a su familia y garantizar la mejor educación para sus hijos por encima de cualquier dificultad económica, la historia cambia. Resulta que durante una conversación de Rolfe Antonio con un joven del barrio recibió un consejo que marcaría la existencia de Paolo.

—Quiero que mi hijo estudie Ingeniería Mecánica —dijo el padre de Paolo.
—Entonces, matricúlelo en la Escuela Colombiana de Ingeniería, donde estudio yo —respondió el joven comerciante.

Sentencia cumplida.

PAOLO MARTINEZ

El primer paso al éxito

Paolo no solo comenzó a estudiar Ingeniería Mecánica en la Escuela, sino que, además, en un arranque de euforia, cuando cursaba el tercer semestre de la carrera, se inscribió también en Ingeniería Industrial. Entonces, su familia —que no tenía muchos recursos y vivía muy lejos de la Escuela— tuvo que hacer un doble sacrificio que fue sentido por todos: su padre, su madre María Orlanda Arcila y su hermana Mariana (Arcila), 11 años menor que él.

Al final, se graduó en el año 2022 de Ingeniería Mecánica y en 2023 de Ingeniería Industrial, luego de hacer prácticas en Estados Unidos, donde el dinero dejó de ser un obstáculo gracias a su trabajo. Este trabajo no tuvo nada que ver con la ingeniería —la cual lo había golpeado fuerte debido a la doble titulación— sino con los centros de atención telefónica (call centers). Su dominio del inglés se lo permitió.

Al cabo de seis meses se dijo a sí mismo que era hora de comenzar en lo suyo: la ingeniería. Entonces llegó el Metro de Bogotá, un proyecto de infraestructura que aún parecía incipiente pero que era, sin duda, la obra de ingeniería más importante del país, con una de las inversiones más grandes.

PAOLO MARTINEZ

Y es que, como él mismo afirma: “Lo que uno está destinado a tener, lo tiene”. Entre búsqueda y búsqueda de un proyecto que lo llenara y lo apasionara, encontró una propuesta para trabajar en el Metro de Bogotá y capacitarse en China: era el sueño que siempre había tenido. Entonces envió su hoja de vida y comenzó una verdadera odisea de prueba tras prueba. Una más difícil que la anterior. Pedían inglés B2 o C1: superado el tema, él tenía un nivel alto. Luego vino un examen presencial con cinco ítems que parecía hecho para cinco ingenieros con especialidades diferentes —ingenieros civiles, electrónicos, electricistas, mecánicos y hasta de comunicaciones— los cuales debía contestar él solo: prueba superada. Aunque le dijeron que contestara las de su especialidad, las contestó todas. Según él, tenía una formación que había recibido en la Escuela que lo soportaba académicamente.

Luego vinieron tres entrevistas más, presenciales y en inglés, y a inicios de agosto, después de demostrar que como persona y como ingeniero era lo que el Metro necesitaba, y de soportar un proceso desgastante y demandante, firmó contrato el primero de agosto de 2023. Era su primer trabajo como ingeniero. Lo agradeció y lo celebró con especial entusiasmo, pues cinco días después era su cumpleaños. “Sí, cumplo años el 6 de agosto, el mismo día que Bogotá celebra su aniversario”, comenta. Su viaje a China se dio finalmente el 10 de septiembre de 2023.

PAOLO MARTINEZ

Paolo y nueve colombianos más, que pasaron por exámenes similares, se capacitaron en el Instituto Técnico Ferroviario de Xi’an, donde únicamente estudian aquellas personas que van a trabajar con sistemas ferroviarios. Paolo recuerda que, desde que llegó, recibió mucha información y la única salida era “estudiar o traumarse”. Eso sí: desde el principio los dividían según su especialidad; en su caso —y por sus estudios— fue vehículos ferroviarios y material rodante, aunque también tuvo conocimientos básicos en sistemas de señalización y comunicación, sistemas eléctricos, sistemas de control. Los últimos dos meses de la capacitación fueron sobre manejo de trenes, impartida por el hombre que había manejado el primer tren de esa ciudad, quien convirtió esos días en los más vívidos y sentidos de todas sus jornadas académicas.

Aunque el cambio fue extremo, siempre se sintió a gusto, preparado física e intelectualmente, y dispuesto a aprender de todo: cultura, gastronomía, geografía e idioma.

De ida y vuelta: futuro prometedor

PAOLO MARTINEZ

El 15 de noviembre de 2024 los diez ingenieros regresaron a Bogotá, y a Paolo y a otro profesional colombiano, Juan David Castro Tovar, de señalización y comunicación, les hicieron la propuesta de regresar. Sin dudarlo, firmaron contrato con Xi’an Metro y regresaron, pues ya tenían un nivel de mandarín envidiable, el respaldo de una empresa respetada a nivel mundial por la construcción de metros y una familia que los apoyaba. Paolo trabaja para la línea 12 del Metro (422 kilómetros, una de las más rápidas) de Xi’an, de la mano del director del proyecto.

Su día laboral casi nunca termina a las cinco, pues debe asistir a reuniones gerenciales, pruebas dinámicas, pruebas estáticas, recepción de trenes, sistemas de mantenimiento, fallos e infraestructura férrea; y en medio de esta agenda ha podido observar cómo se construyen los centros de control, cómo pintan los trenes con herramientas avanzadas, lo que ha significado un nuevo capítulo de ingeniería pura. Y es ahí cuando recuerda la asignatura de “Diseño de Máquinas” del Programa de Mecánica, que siempre le resultó muy interesante.

PAOLO MARTINEZ

A su memoria llegan imágenes de sus compañeros —todos estudiantes de doble carrera— quienes trasnochaban sacando adelante un proyecto llamado “Máquina generadora de electricidad a partir de la energía undimotriz del movimiento de las olas”, y no puede olvidar la frase de su maestro: ‘imagina la máquina y crea la máquina’, lo que se convertía en un verdadero reto. A pesar del esfuerzo académico extra, siempre encontró respaldo en profesores como Diego Ramos o Sonia Jaimes, actuales decanos de los programas de Mecánica e Industrial.

Y entonces habla de la educación en China para reconocer que la educación en Colombia es de calidad. “Nosotros no estamos mal; lo que China tiene es un modelo educativo diferente. Lo que sí puedo decir es que el estudiante sí es distinto. En China te internas en ‘pequeñas ciudadelas de estudio, no hay distracciones’. En la Escuela, por ejemplo, das tu vida a la educación, en el campus, en casa, en la oficina; todo está en lo que quieras lograr. Ambas son efectivas. Aquí hay profesores que te enseñan de manera intensiva; allá, son mini‑ciudades”, dice.

PAOLO MARTINEZ

Y cuenta que, si algo le ha quedado claro, es que los métodos y disciplinas de aprendizaje en ese país son así porque están convencidos de que la base de una sociedad es el conocimiento.

Por eso le hace feliz saber que la Escuela ha firmado un memorando de entendimiento con Metro Línea 1 y Xi’an Metro, que permitirá a la institución capacitar durante los próximos tres años a cerca de 800 profesionales, técnicos y tecnólogos en ingeniería y sistemas metro‑ferroviario. Esa alianza pionera permitirá formar talento local de alta calidad, combinar teoría y práctica, y promover la transferencia de conocimiento internacional con la participación directa de expertos chinos y colombianos, transformando la educación y la industria ferroviaria en Colombia.

“Colombia va a entrar fuerte en el tema de los sistemas ferroviarios y va a necesitar profesionales. Esa va a ser una labor bonita de la Escuela, con metodologías de enseñanza apropiadas. Me alegra mucho porque la universidad tiene un reconocimiento extremadamente alto en el tema de ingeniería”.

Más colombiano que su tierra

Cuando se le pregunta si se va a quedar en China es enfático en responder: “Tengo que volver a Colombia porque lo que he aprendido es más efectivo en mi país que en China; yo aquí simplemente estoy recibiendo una capacitación y eso aquí los chinos también lo saben”.

Y entonces relata la historia de cuando Xi’an no tenía metro y enviaba profesionales a aprender de trenes en Beijing o Shanghái para que regresaran a enseñar a su gente. “Ese es mi pensamiento, es una oportunidad de retribuirle a mi país. No quiero ser malagradecido; soy colombiano, no chino; mi tierra es mi tierra, es Colombia”, afirma.

Paolo quiere que esas nuevas generaciones de ingenieros de la Escuela recuerden que “cuando se estudia ingeniería es porque se quiere aportar a una sociedad”, y aunque él cambiaría muchas cosas de vida, hay una que tiene clara: no sería quien es sin sus padres y sus maestros. “No sería quien soy sin el respaldo incondicional de mis padres; ellos tal vez no lo saben, pero ayudaron a un profesional a centrarse en algo que ayuda a una sociedad”.

PAOLO MARTINEZ

Hoy reconoce que no tuvo una vida tranquila —o mejor dicho sí— pero por cuenta de las dos carreras, la mayor parte del tiempo transcurría en la biblioteca, entre libros y frases de aliento del personal administrativo. “Hace poco estuve en la universidad y el cambio es impresionante: su campus, sus edificios y hasta su página web”, dice.

Este ingeniero mecánico con certificación profesional en diseño CAD SolidWorks Pro®, e ingeniero industrial con énfasis en gestión de proyectos no solo encarna el talento y la disciplina que emergen del esfuerzo personal y familiar, sino también la convicción de que el conocimiento debe ponerse al servicio de la transformación social. Su historia, tejida entre aulas exigentes, jornadas interminables y trenes de alta velocidad, demuestra que soñar en grande no es un acto ingenuo, sino una decisión valiente.

Desde Xi’an, mientras trabaja en una de las líneas férreas más rápidas del mundo, mantiene firme su propósito: regresar a Colombia para aportar con lo aprendido. Porque, como él mismo lo afirma, “cuando se estudia ingeniería, es para devolverle algo a la sociedad”. Y en ese camino de regreso, Paolo no solo trae conocimientos técnicos, sino una certeza poderosa: que el futuro de un país también se construye sobre rieles.