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Estudiantes de posgrado disfrutaron de entrañable experiencia de la mano de La Rolita

Partiendo desde el Portal Sur, pasando por el barrio Perdomo y llegando hasta la cúspide de la localidad de Ciudad Bolívar, estudiantes de la Especialización en Diseño, Construcción y Conservación de Vías y de la Maestría en Ingeniería Civil de la Escuela conocieron a flor de piel la labor de La Rolita, la primera operadora de transporte público con buses 100% eléctricos y en su mayoría operados por mujeres.

Profesores y estudiantes de la Especialización en Diseño, Construcción y Conservación de Vías y de la Maestría en Ingeniería Civil con Énfasis en Tránsito y Transporte y en Seguridad Vial de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito visitaron recientemente los principales puntos de operación de La Rolita, en el sur de Bogotá.

Dicha empresa es la primera operadora de transporte público de la capital del país que cuenta con una flota de buses que son 100 por ciento eléctricos. Así mismo, La Rolita es famosa porque gran parte de sus operadores son mujeres.

La actividad se realizó como parte de una alianza que sostiene la universidad con La Rolita y con TransMilenio.

Primera parada: el primer patio de carga elevada de Bogotá

Durante esta cálida experiencia, los estudiantes del área de vías y transporte fueron transportados por un bus proporcionado por La Rolita, cuyo personal los acompañó durante todo el recorrido por sus diversos sitios de operación. Siendo así, partiendo desde el Portal Sur de TransMilenio, llegaron al patio taller Primavera Perdomo.

Este inmenso lugar, que cuenta con estaciones de carga, parqueo y limpieza, extensos hangares de mantenimiento y múltiples espacios administrativos (incluso una huerta y varios murales pintados por artistas de la misma comunidad circundante al patio), está ubicado en el límite entre el sur de Bogotá y el barrio Balcanes, perteneciente al municipio de Soacha.

Este espacio es utilizado desde hace 20 meses por La Rolita para resguardar su flota, compuesta de 195 buses verdes que ni consumen combustibles fósiles, ni emiten ruidos aparatosos producto de la combustión interna de los motores de diésel y gasolina. Aunque estos buses pasen al lado de las personas, apenas se escuchan las ruedas haciendo contacto con el asfalto y ligeros silbidos de su maquinaria interna. Cabe aclarar que dicho ruido también es simulado; esto, debido a temas de seguridad vial, para que peatones y otros actores sepan que se acerca un bus.

Siendo así, durante la visita a este lugar los estudiantes tuvieron la oportunidad de conocer varios detalles sobre los empleados que le dan vida a La Rolita, así como de los buses y su mantenimiento: los aspectos generales de la operación de la flota, cuáles son los objetivos de esta operadora de transporte y el impacto positivo que tiene para el medio ambiente, la ciudad y la población que compete su área de operación (principalmente, el sur de la capital).

Así mismo, los asistentes tuvieron la oportunidad de ver cómo se cargan los buses. Este lugar es diferente al resto de patios eléctricos de Bogotá: en el patio taller Primavera Perdomo, los buses se cargan desde plataformas que se alzan encima de los propios buses, no a nivel. Esto consigue hacer un uso más efectivo del espacio.

Segunda parada: el TransMiCable

Tras conocer las instalaciones del patio de La Rolita, los profesores y estudiantes de la Escuela se desplazaron hasta el Portal Tunal. Allí tuvieron acceso al lugar donde se custodian las cabinas del cable aéreo: un amplio y profundo espacio con vigas metálicas en el techo donde se "parquean" en las noches y desde donde inicia la operación todas las madrugadas.

Tras una explicación sobre las operaciones diarias del sistema llevada a cabo por operarias de La Rolita, los asistentes de la Escuela se subieron en grupos a las cabinas y fueron rumbo a la última estación del sistema: el Mirador del Paraíso, ubicado en la parte más alta de la localidad de Ciudad Bolívar.

Allí tuvieron la oportunidad de conocer el Parque Mirador Illimaní y transitar las calles circundantes. Y finalmente, para culminar con la experiencia, los estudiantes y profesores de la Escuela visitaron el Museo de la Ciudad Autoconstruida, que hace homenaje a la historia de la localidad, así como sus desarrollos y las luchas sociales que se han presentado en la misma.

Durante todo el recorrido, los asistentes a la visita aprendieron cómo esta clase de proyectos de transporte aportan valor a las personas, cómo generan sentido de pertenencia e identidad dentro de la comunidad y cómo les brindan facilidades a los ciudadanos y potencian su calidad de vida.

Un ejemplo clarísimo: antes de existir el TransMiCable, las personas que vivían en las partes más altas de Ciudad Bolívar y se desplazaban por medio de vehículos alimentadores convencionales se demoraban casi dos horas aproximadamente tan solo bajando a la falda de la montaña o al Portal Tunal. Ahora, gracias al cable aéreo, se demoran alrededor de 20 minutos.

Los testimonios de los participantes

Maritza Villamizar, directora de la Especialización en Diseño, Construcción y Conservación de Vías y coordinadora de los dos énfasis de la Maestría, explicó que el motivo principal de esta actividad fue obtener una mirada técnica y social que complemente los aprendizajes propios que están obteniendo los estudiantes asistentes en el posgrado.

Siendo así, la inquietud que se buscó explorar por medio de la visita fue: "¿Cómo los programas de ingeniería relacionados con el tránsito, transporte y seguridad vial apoyan a los procesos de desarrollo, manejo ambiental, sostenibilidad y mejoramiento de calidad de vida de las comunidades?", explicó la ingeniera Villamizar.

"Es ver la ingeniería desde la parte social, desde la parte humana. Es ponerse en los zapatos de la otra persona, escucharlo y entender su situación a partir de nuestro trabajo. Es pensar cómo yo como ingeniero puedo hacer un proyecto que no sea solo variables técnicas, sino que lleve vida y progreso a las personas" y ayude a solucionar sus necesidades.

Jemer García Quintero, Profesional de Comunicaciones de La Rolita, planteó una idea complementaria: "Trabajar con La Rolita me inspira por el impacto social que tiene, en dos líneas: la primera, en sus trabajadores. Tenemos muchas historias de personas que a través de un proceso de resiliencia han logrado llegar a La Rolita, lo que les ha potenciado poder obtener logros económicos y personales. Pero también impactos externos, sobre todo en la población usuaria, que se mueve por la ciudad más seguros, cómodos y con menor impacto a sus finanzas. Ese impacto social es lo que lo motiva a uno a poner el empeño en el trabajo".

Por su parte, los estudiantes de posgrado asistentes obtuvieron múltiples aprendizajes. Egna Katherine Vija, ingeniera civil graduada de la Escuela, considera que la experiencia fue enriquecedora porque hay personas que no suelen estar muy familiarizadas con medios de transporte como el TransMiCable, sobre todo porque no usan dicho sistema en su movilidad diaria. Por ello, cree que resulta importante conocer cómo funcionan estos sistemas y las mejoras que hacen en la calidad de vida de las personas que viven en la zona.

"Experiencias así nos edifican como personas, porque no es solo cuestión de poseer un conocimiento teórico, sino ver su impacto real en la sociedad", aseveró la ingeniera Vija.

Daniel Cifuentes, también ingeniero y estudiante de posgrado en la Escuela, argumentó que esta clase de visitas enseñan "cómo la teoría que uno aprende en la universidad impacta en el entorno y contexto de las personas. También, cómo la infraestructura que se construye y se habilita va en beneficio de la comunidad, y por ello cómo dicha población la recepciona y la cuida, usándola de manera adecuada y manteniéndola buenas condiciones".

En últimas, Francisco Pulido, profesor de la Maestría en Ingeniería Civil, resaltó que gracias a medios de transporte como los que tuvieron la oportunidad de conocer durante la visita "uno ve el empoderamiento de las personas, donde ellos ven una solución a problemáticas" con las que se enfrentan en su día a día. "La comunidad ve esto como una solución y ellos mismos se encargan de cuidar (el sistema de transporte), de sostenerlo, de protegerlo y de apropiarse de él".