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WILLIAM CANO

Entre circuitos y cálices: la vida de un ingeniero electricista que encontró su vocación sacerdotal

De las instalaciones eléctricas a las ceremonias religiosas, su vida es un puente entre dos mundos aparentemente opuestos. Graduado el 20 de marzo del 2004 en la Escuela Colombiana de Ingeniería, William Cano Quintero mantiene intactos sus recuerdos del que fuera su segundo hogar.

PADRE WILLIAM CANO

William Cano Quintero tiene 49 años y un perfil que fascina por su singularidad: es ingeniero electricista y licenciado en Teología, sacerdote y actualmente notario del Tribunal Eclesiástico de Cartagena. Su historia es la de una dualidad hermosa entre la ciencia y la fe, entre lo técnico y lo espiritual, que invita a explorar las tensiones, motivaciones y conexiones que él mismo vive. “La ingeniería me enseñó a resolver problemas con lógica, pero la fe me enseñó a encontrar sentido a la vida”, comenta.

Nacido en Zipaquirá, Cundinamarca, el padre William es el hijo de una familia profundamente cristiana, formada en la fe. Es el mayor de tres hermanos: uno de ellos es capitán de navío y piloto de helicóptero; otro, médico internista. Siempre tuvo una relación cercana con la fe, pero también con la ingeniería eléctrica: su padre trabajaba con pasión como guardia en las subestaciones de la Empresa de Energía de Bogotá, lo que lo inspiró desde pequeño.

PADRE WILLIAM CANO

Durante la secundaria cursó estudios técnicos en electricidad y fue alumno del Instituto Técnico Distrital Francisco José de Caldas en Bogotá, así como del Técnico Industrial de Zipaquirá. Su fascinación por la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito no era casual: pasaba frente a sus instalaciones cada vez que viajaba a Bogotá, quedando embelesado con su emblemático logo, una hipocicloide astroide, que representaba un mundo de conocimiento al que quería acceder.

En 2004 se graduó como ingeniero electricista, y su futuro parecía claro: seguir la línea técnica de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica. Incluso, empezó a estudiar el Reglamento Técnico de Instalaciones Eléctricas (RETIE), recién publicado ese año. Pero el destino tenía otros planes.

Desde Zipaquirá, Monseñor Jorge Enrique Jiménez, entonces obispo, veía en él una vocación sacerdotal que Cano Quintero siempre relegó, priorizando primero su ingeniería. Sin embargo, en el día de su grado, el obispo le hizo un brindis y una invitación firme: “Ingeniero, ahora sí para el Seminario”. La insistencia persistió hasta que un año después, en una misión en Semana Santa con un amigo sacerdote en Santa Rosa de Ubalá, sintió que ese camino era realmente suyo.

Sin abandonar completamente la ingeniería —llegó a ser el ingeniero electricista de una empresa que construía el Parque Virgilio Barco y trabajó en proyectos con el Ejército—, decidió responder al llamado divino.

"Vivir a oscuras es grave"

PADRE WILLIAM CANO

Así, en noviembre de 2005 llegó a Cartagena, donde ingresó al seminario en enero de 2006. Desde entonces han pasado veinte años en esta ciudad, donde ha encontrado una comunidad cercana y trabajadora, a pesar del calor extremo y las dificultades. Como él mismo dice, el ambiente costeño, a menudo malinterpretado, es cálido y colaborador, casi como una gran familia.

Su vida en la iglesia ha sido intensa y diversa. Ordenado presbítero el 10 de diciembre de 2011, ha servido en varias parroquias, desde las Islas del Rosario hasta Nuestra Señora de Chiquinquirá, pasando por la parroquia de Santo Domingo en el centro de Cartagena.

Ha sido capellán en colegios y hoy combina su trabajo pastoral con su rol de notario en el Tribunal Eclesiástico, donde desde 2016 atiende procesos de nulidad matrimonial y otros asuntos canónicos. Actualmente estudia Derecho Canónico en la Universidad Pontificia Javeriana, en un programa híbrido que lo lleva a Cartagena y a Bogotá, y sueña con culminar esta formación para servir mejor a la Iglesia.

Pese a que ha dejado atrás la ingeniería como profesión principal, el padre Cano Quintero reconoce que esa formación le ha servido para la administración de obras en parroquias y para colaborar en lo que pueda desde su vocación sacerdotal. "Aunque ya no ejerza como ingeniero, el conocimiento está ahí, y cuando puedo, ayudo", afirma.

Su recorrido por la Escuela Colombiana de Ingeniería lo llena de nostalgia y admiración por el crecimiento que ha visto en la institución, recordando profesores, aulas y laboratorios que fueron parte fundamental de su formación. Aunque su camino lo llevó lejos de la ingeniería como profesión, los conocimientos técnicos han sido útiles en su labor pastoral, colaborando en obras y proyectos dentro de la arquidiócesis.

Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito

Para él, la ingeniería eléctrica y el sacerdocio comparten una simbología poderosa: así como la electricidad da luz física a las personas, el sacerdocio busca dar la luz espiritual de Cristo. "Vivir a oscuras, ya sea a nivel físico o espiritual, es grave", reflexiona. Y recuerda los apagones, la importancia de la luz, no solo para las ciudades, sino para los corazones.

PADRE WILLIAM CANO QUINTERO

Cree que la falta de Dios explica muchas sombras en el mundo actual: violencia, guerras, la sensación de pérdida de esperanza. Por eso insiste en la necesidad de educar a los niños en la fe, para evitar tener que corregir a los adultos. “Justo ahora que tuve la oportunidad de dialogar con la Rectora Myriam Astrid Angarita Gómez, el tema fue ese, la desesperanza, la pérdida de valores y fe. Con ella me tome unos minutos para orar por este país, por esta comunidad que bien lo merece”, dice el sacerdote.

A pesar de los desafíos y las crisis que ha enfrentado la Iglesia, el sacerdote Cano Quintero mantiene la esperanza y la fe en la mayoría de sus miembros, alejándose de quienes critican o acusan injustamente. "Nosotros estamos llamados a ser ejemplo, a ser luz, no oscuridad", afirma con convicción.

En su vida cotidiana, sigue siendo cercano a la gente, como Jesús, intentando aterrizar sus homilías en el amor y la cercanía con las personas, porque sabe que la comunidad es lo que más llena a un sacerdote. Vive en Cartagena con sus padres, quienes se mudaron desde Cundinamarca, y valora la calidez y solidaridad de los vecinos costeños, que a pesar de las dificultades abren siempre sus puertas como si fueran familia.

Entre sus aficiones, el religioso es hincha del América de Cali, un pequeño guiño que rompe con su perfil solemne y muestra su lado más humano y sencillo.

Hoy, el padre William Cano Quintero es un hombre de ciencia y fe, que sigue iluminando caminos desde la ingeniería y el sacerdocio, convencido de que ambas luces, la eléctrica y la espiritual, pueden coexistir y enriquecer la vida de las personas.

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