
“El mejor gerente de proyectos es aquel que no se deja sorprender”
Ricardo Arturo Benavides Bolaños cierra un ciclo y abre otro con la precisión de quien dirige un proyecto de alto impacto.
Ricardo Arturo Benavides Bolaños cierra un ciclo y abre otro con la precisión de quien dirige un proyecto de alto impacto.
Tras una década de contribuciones significativas como director de la Especialización y la Maestría en Desarrollo y Gerencia Integral de Proyectos de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito, emprende un nuevo rumbo. Regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida.
Tal como la cultura empresarial japonesa que lo acoge nuevamente —una cultura centrada en la disciplina, la excelencia y el respeto—, el ingeniero Benavides representa una síntesis entre los valores culturales, educativos y sociales que ha cultivado a lo largo de su trayectoria. Estos principios lo han guiado tanto en su vida personal como en el liderazgo de equipos de trabajo, orientados siempre a la mejora continua.
Su respeto profundo por la autoridad, el compromiso con la responsabilidad individual, y su aprecio por la familia, la empresa y el entorno han delineado una ruta profesional marcada por logros sostenidos en la industria automotriz, la docencia universitaria y la dirección de programas de posgrado. Su paso por la Escuela Colombiana de Ingeniería no solo consolidó su formación académica —como ingeniero electricista y posteriormente como especialista y magíster en Gerencia de Proyectos— sino que lo convirtió en formador de múltiples generaciones de profesionales que hoy ejercen con excelencia en diversos sectores del país y del exterior.
Este 8 de agosto, mientras la universidad se alista para recibir a los profesores que formarán a las próximas generaciones de ingenieros, matemáticos, economistas y administradores, el ingeniero Benavides se despide de la que ha sido su casa académica durante más de una década. Aquí no solo se formó, sino que también sembró conocimiento, experiencia y compromiso. En este espacio académico asumió retos y los convirtió en oportunidades de crecimiento para cientos de estudiantes y para sí mismo.
Aunque es reconocido por su jovialidad y cercanía, algunos lo perciben como un profesional reservado y exigente, detallista hasta el extremo, para quien el aprendizaje y la enseñanza exigen más que talento: requieren constancia, entrega, responsabilidad y compromiso. A sus 51 años, este bogotano, también especialista en Ingeniería Eléctrica con énfasis en Distribución de Energía de la Universidad Nacional de Colombia, tiene claro que la vida está compuesta por ciclos que deben cerrarse con rigor para poder abrir otros con entusiasmo y sentido de propósito.
Así ha vivido sus cinco décadas: aprendiendo, enseñando y explorando nuevos caminos. Ahora, deja las aulas que tanto ha valorado, aquellas a las que siempre ingresó con la convicción de compartir lo aprendido y su vasta experiencia en la industria. Cuando rememora sus inicios en la compañía automotriz japonesa que hoy lo vuelve a convocar, sus palabras transmiten admiración: “Sin duda, es innovación constante con enfoque en calidad, eficiencia y fiabilidad a largo plazo”.
Sobre su paso por la docencia y la dirección académica, asegura que ha sido una de las experiencias más significativas de su carrera: “Formar profesionales con propósito, disciplina y metas claras, y compartir la experiencia adquirida a lo largo de los años, ha sido un privilegio”.
En sus clases, no era raro escucharlo repetir una frase que con el tiempo se volvió emblema entre sus estudiantes: “El mejor gerente de proyectos es aquel que no se deja sorprender”. Un mensaje que iba más allá del contenido técnico, y que apuntaba a la preparación, la proactividad y la anticipación como claves del liderazgo en proyectos.
Al asumir la dirección de los programas de posgrado, uno de los retos más importantes de su carrera, lo hizo con determinación y sentido de misión. Lo entendió como una oportunidad de aportar, de crecer y de dejar huella. Como diría un japonés en su primer día de trabajo: Ganbarimasu, “daré lo mejor de mí”. Y así lo hizo.
La Especialización y la Maestría en Desarrollo y Gerencia Integral de Proyectos son programas de alto prestigio en el país. Consciente de la necesidad de mantener y fortalecer ese posicionamiento, el ingeniero Benavides apostó por una gestión estratégica basada en la lectura permanente del entorno, la reflexión crítica y el diálogo académico. Con frecuencia citaba un artículo de Harvard Business Review sobre “convergencia competitiva”, una noción que le parecía fundamental para evitar caer en la inercia del día a día y que propone a las instituciones repensarse constantemente para mantener su liderazgo.
“La Escuela Colombiana de Ingeniería hace las cosas bien, como pocas instituciones en el país”, afirma. “Pero tarde o temprano habrá otras que intenten replicarlo. Por eso no se puede perder posicionamiento. ¡Hay que ser estratégicos!”.
Su historia con la Escuela es también personal. Se graduó como ingeniero electricista en marzo de 1999. Regresó en 2013 como estudiante de posgrado, completó la Especialización en 2014 y la Maestría en septiembre de 2015. Su motivación: formalizar los conocimientos adquiridos en su trabajo como líder de proyectos para la multinacional japonesa, con equipos distribuidos en distintos continentes. “Qué mejor lugar para hacerlo que la Escuela”, dice con convicción.
En 2016, mientras cursaba su posgrado, participó en una convocatoria docente y fue seleccionado para dictar una asignatura en el área de proyectos. La experiencia, sumada a su conocimiento práctico, lo llevó a que, año y medio después, la ingeniera Martha Rolón —directora de la Unidad de Proyectos— le propusiera asumir la dirección de los programas. Así inició una etapa de diez años en la que, asegura, pudo aportar y crecer como profesional gracias a un principio que siempre ha guiado su actuar: la disciplina. “La disciplina genera hábitos”, dice, “y los hábitos construyen trayectorias”.
Entre los aprendizajes más significativos que se lleva están la empatía, la escucha activa y el servicio. Reconoce que fueron los estudiantes, docentes y graduados quienes marcaron profundamente su experiencia en la institución, y con quienes forjó vínculos que van más allá del aula.
A las puertas de la celebración de los 25 años de la Especialización, reflexiona sobre los cambios en el perfil del estudiante: “Antes, nuestros estudiantes estaban entre los 35 y 40 años; ahora, llegan jóvenes de 23 a 27. Eso exige un relevo generacional entre los profesores, que comprendan la importancia de formar en competencias fundamentales”.
Para el futuro de los programas, visualiza la consolidación de procesos de internacionalización —como el iniciado con Australia—, y una vigilancia estratégica permanente que permita atraer más estudiantes jóvenes, con una propuesta académica robusta y conectada con los desafíos actuales.
Con sentimientos encontrados, entre la gratitud y la nostalgia, el ingeniero Ricardo Arturo Benavides Bolaños —amante de la naturaleza, del deporte, de las buenas conversaciones y del valor de la amistad— cierra un capítulo importante de su vida. A sus 51 años, desea 'vivir ligero', darse tiempo para el desarrollo personal, viajar, compartir en familia y disfrutar de los pequeños placeres de la vida: esos que, aunque parecen innecesarios o efímeros, están llenos de sentido.
Archivo particular.
Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
Archivo particular.
Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
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Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
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Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
Fotos suministradas.
Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
Fotos suministradas.
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Archivo particular.
Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
Fotos suministradas.
Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
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Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
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Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
Archivo particular.
Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
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Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
Archivo particular.
Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
Archivo particular.
Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.
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Benavides Bolaños regresa a una reconocida compañía automotriz japonesa —una antigua casa que vuelve a abrirle las puertas— para liderar un proyecto estratégico en una unidad recién creada, casi hecha a su medida. Una transición que no es ruptura, sino evolución.