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Aguacate Hass, nuevo reto en sostenibilidad y productividad

A pesar de los desafíos que la pandemia ha ido planteando, las posibilidades de crecimiento económico para Colombia y, en especial, para el agro con esta fruta, se mantienen.

El Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (Cirad), de Francia, aseguró en su informe del tres de febrero del presente año que Colombia se posicionó como el primer exportador de aguacate Hass en Europa, superando a Israel, España, Chile y México con un 30 % total de participación en el Viejo Continente.

De ahí que el Ministerio de Agricultura, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y la Corporación de Productores y Exportadores de Aguacate Hass de Colombia (Corpohass) estén trabajando junto con los gremios y los productores para cumplir los requisitos sanitarios y fitosanitarios para prevenir plagas en los cultivos, potenciar la producción y cumplir con la creciente demanda.

No obstante, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (ONUAA, más conocida por sus siglas en inglés como FAO) estima que Colombia es una de las economías con mayor potencial en el sector y que apenas algo más del 20 % de sus áreas cultivables son aprovechadas. Es decir, el sector agro no sólo es la base fundamental para garantizar la seguridad alimentaria en el país, sino que representa una potencial fuente de ingresos por exportaciones basadas en el aprovechamiento de recursos renovables.

Asimismo, el ICA estima que sólo el 35 % del área cultivada de aguacate Hass en el país ha entrado en producción, pues “la falta de desarrollo tecnológico se suma a los factores que han afectado la competitividad en el mercado internacional, ya que estos productos se clasifican en función de características relacionadas con su aspecto físico, lo cual determina su potencial precio y, por lo tanto, la viabilidad financiera de su exportación”, afirma la ingeniera María Carolina Romero Pereira, profesora del Centro de Estudios Ambientales de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito.

Diferentes variables inciden en la sostenibilidad de los procesos masivos de cultivo. Por un lado, el uso de recursos naturales asociados al aprovechamiento de los recursos del agro implica el consumo de grandes cantidades agua y energía, cuya eficiencia sólo puede garantizarse a través de la articulación de esfuerzos de los sectores involucrados. Las necesidades en materia de productividad, de control de plagas y mitigación de los efectos del cambio climático son factores que agudizan los retos asociados a los procesos masivos de cultivo.

En resumen, desarrollo e innovación se vuelven urgentes para potenciar la reactivación económica desde el agro; sin embargo, no es el único reto de la coyuntura: no se puede olvidar que, en medio de la explotación de la tierra, “el campo en nuestro país también necesita un diseño de estrategias paralelas que permitan generar oportunidades para las poblaciones rurales, optimizando los consumos de agua y energía para reducir las presiones sobre el suelo y los ecosistemas derivadas del sector. El avance es necesario para consolidar la economía, y también la sostenibilidad”, concluye la ingeniera Romero.

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¿Qué papel juega la ingeniería en el sector agropecuario?

Sumando el trabajo de los productores colombianos para explotar los recursos, la ingeniería ambiental, como parte de los equipos multidisciplinarios de profesionales que viabilizan la comercialización de los productos en el ámbito internacional, debe conocer las disposiciones legales aplicables en él para reducir los riesgos asociados al desperdicio por rechazo.

Así mismo, el ingeniero ambiental puede aportar su conocimiento en materia de sellos que responden a asuntos que, además de que están en auge en el mercado europeo, también causan un impacto positivo en el territorio. Por ejemplo, los sellos orgánicos o de comercio justo, como el Fairtrade.

En síntesis, la ingeniería ambiental es fundamental, ya que es la rama de la ingeniería que se ocupa de regular la relación del hombre con el planeta. La especie humana sigue creciendo en proporciones antes no imaginadas. Con miles de años de historia, la población mundial se duplicó en las últimas cinco décadas y va al alza, mientras que las economías de todos los países buscan incansablemente el crecimiento económico, en el afán de garantizar el bienestar de sus poblaciones.

Los retos de la pandemia

Por: María Carolina Romero Pereira, profesora del Centro de Estudios Ambientales de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito.

María Carolina Romero Pereira - Julio Garavito

El Covid-19 es, sin duda, un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Nos ha planteado miles de cuestionamientos y ha generado cambios que tendrán impacto en el futuro cercano, tanto positivo como negativo.

El mundo se ha percatado de que la mitad de los desplazamientos que se realizan a diario –y la gran cantidad de emisiones que esto implica– no son indispensables. Las personas comienzan a plantearse su posición frente al consumismo, que se ha desacelerado en diversos productos. Por ejemplo, en el ámbito de la moda.

Por otra parte, se encuentran también cifras desfavorecedoras para el medioambiente: un aumento en el consumo de agua por las prácticas de higiene durante la pandemia, que podrían permanecer aun después de su finalización. El uso de tapabocas y otros elementos de protección desechables y el uso de plásticos para proteger toda clase de insumos que anteriormente no eran empacados, tendrán un impacto que se verá reflejado en cifras de extracción de materiales y de disposición de residuos sólidos.

Y en el ámbito económico, la actual crisis ha demostrado de manera clara que si el consumismo se frena la economía también, lo cual se evidencia con las pérdidas de empleos, que han sido masivas. Esto significa que, si bien el consumismo constituye uno de los fenómenos que exacerban las presiones del hombre sobre el medioambiente, el modelo económico actual depende de éste.

Se podría seguir analizando el impacto de esta pandemia como una poderosa variable que traerá cambios positivos y negativos en la relación de las personas con el medioambiente; pero el punto es que todos ellos llevan a la necesidad de contar con profesionales capaces de plantear soluciones de ingeniería que sean estratégicas y que permitan inclinar la balanza hacia el legado positivo de esta situación.